Foto: LFP |
vida junto a sus compañeros tocando sesiones de ocho y diez horas en antros repletos de marineros borrachos, la repentina presentación ante el establishment le resultaba un tanto incómoda, hasta el punto que decidió limpiar su conciencia y 'trazar la línea' con un pequeño chiste. Uno con el que el de Liverpool les iba a recordar algo que sabían de sobra: que estaban podridos de dinero. `Twist and shout´ cerraba el set beatleliano, y antes de comenzar Lennon se acercaba al micrófono. “Para la última canción quiero pedir vuestra ayuda. La gente en los asientos más baratos, aplaudid. El resto, simplemente agitad vuestras joyas”.
Esa es un poco la impresión que causa el Getafe en muchos puntos de España, donde perciben a ese ricachón que llega a la Segunda División meneando sus relucientes y ostentosas joyas. Paradójico en un equipo que toma prestados sus colores de los obreros de la construcción, pero tiene su parte de verdad. El Getafe desembarca en la Segunda después de doce años en la élite, con lo que su ayuda al descenso le va a convertir en uno de los equipos con mayor presupuesto de la categoría, si no el que más. No sólo eso, además las cláusulas en los contratos de algunos jugadores le permiten disfrutar a mitad de precio de jugadores de Primera, si es que a 31 de agosto aún siguen en el equipo. Ilusión low cost. Los azulones pasan de ser un pollito indistinguible dentro del insalubre gallinero de la permanencia a uno de los guapos de la competición, y lo deja patente con su espectacular plantilla. El Getafe ha fichado mucho, y lo más importante, ha fichado bien. Nombres y hombres. Está en Segunda, sí, pero aún se puede permitir alguna mesurada licencia, y si el halago debilita, sus rivales llevan todo el verano intentando que los azulones encadenen siete u ocho anemias consecutivas. Nadie los omite entre los candidatos al ascenso.
Ahora bien, estar entre esa supuesta aristocracia de plata tiene el mismo valor que los billetes del Monopoly. En cuanto el árbitro pita el inicio del encuentro, ese estatus se diluye como azucarillo bajo chorro de agua caliente, y al Getafe le ha bastado un solo partido para enterarse de que en Segunda todo el mundo se afeita a contrapelo. El Mirandés, equipo que, como el Geta, tuvo su tirón mediático a partir de sus gestas en Copa, dejaba esa simpatía bien dobladita en el vestidor, y ante el tópico de ser uno de los equipos más modestos de la categoría pero muy complicado de batir en su estadio, los de Terrazas criaban la fama, cardaban la lana, y de no ser por Guaita quién sabe qué más. Los azulones se encontraban con un escenario en el que nada les iba a resultar fácil, ni crear juego, ni achicar agua, ni encontrar puerta, ni aspirar a mandar, y por momentos, ni dársela a uno de blanco. Aun así, la calidad de sus futbolistas bastó para tener ocasiones, competir, y dejar pistas de que este grupo, que obviamente está lejos de alcanzar su velocidad de crucero, tiene los mimbres para, algún día, hacer justicia a su condición de gallito.
Mientras el Getafe, como equipo, siembra semillas, los muchos recién llegados van aterrizando y haciéndole horma a la azulona. David Fuster provocaba el penalti que transformaría un Dani Pacheco que ha caído de pie en el Geta, Facundo Castillón ponía todas las ganas y quizá también algunos regates de más, Jorge Molina refrescaba la memoria con las porterías de Segunda, Paul Anton saboreaba sus primeros minutos en césped español, Van den Bergh conocía bien de cerca la escuela futbolera del norte, y Nico Gorosito ejercía de escudero de un Cata Díaz que tiene unos 37 mejor llevados que algunas despampanantes divas de Hollywood. A falta de crear juego, o de al menos esbozar un guión claro para el partido, los de Esnáider vivieron de detalles, buenas decisiones individuales, y peligro en los balones colgados. Y perdonaron claras. Se mostraron, lucieron su artillería, pero parecía que el Mirandés ya había visto la película. Esa sensación se hizo más evidente tras el empate. Minutos después de que Pacheco abriera de penalti el marcador del fútbol profesional esta temporada, un cabezazo de Guarrotxena en el enésimo balón que rondaba el área azulona como Pedro por su casa suponía el 1-1. Justo en el tramo en el que el Getafe no sabia muy bien si pedir la cuenta o una botella, los de Miranda de Ebro cogieron la batuta del encuentro, conocedores de que en Segunda sobrevive el que se lleva esos partidos que parece no querer nadie. El choque se convirtió en un ida y vuelta con un Mirandés bien plantado atrás, y un Getafe al que cada balón bombeado le sentaba como pasar una resaca al sol. Al trilero le vas a explicar tú trucos. Aunque los locales conseguían llevarse un poco el encuentro a su terreno, el marcador ya no se movería, en gran parte gracias a un espléndido Vicente Guaita, y los de Esnáider afrontan ahora dos partidos consecutivos como local en los que ganar cuajo, y si puede ser, puntos.
A pesar de su nuevo estatus, el Getafe viene de varias temporadas sabiendo de sobra lo que es nadar para no ahogarse, solamente tiene que mudar la piel y mimetizarse con la nueva categoría. Precisamente tras estos meses en los que club y afición han cerrado filas en torno al sentimiento azulón, el Geta está muy lejos de ser tan pobre como los que sólo tienen dinero. El proyecto también ha cogido pedigrí gracias al trabajo, la ilusión, las cosas bien hechas, y un Esnáider que transmite unas ganas que contagian a todo el mundo. Regresos, nostalgia, y espíritu de otra época, una en la que se consiguió ascender sin ni siquiera estar entre los aspirantes. ¿Estará hecho el traje de favorito para el Getafe?. De momento no han faltado esos pequeños detalles que bajan a la tierra a los azulones, como que el departamento de serigrafía rebautizara a Jojo en su camiseta como Van der Bergh con erre, o que un jugador de la plantilla del año pasado te escriba a cinco minutos de comenzar el partido para preguntarte por donde leches se ve este año al Geta. El Getafe no será la Real Británica agitando sus joyas ante el grupo musical más famoso de todos los tiempos, pero si una grandísima familia que se hizo escuchar en Anduva al grito de "¡Geeeetaaa, Geeetaaa!", que no podía faltar en el regreso a Segunda. Tan puntuales como los abuelos yendo a ver jugar a sus nietos los domingos por la mañana. A ver si el crío pega el estirón.