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club, en la que el de Recas la toca en corto y al pie, sin estridencias . Y ahí, entre el `no me pises lo fregao´ y el `me alegro que me hagas esta pregunta´, discurría el canutazo de este jueves al término de la ofrenda floral a la Virgen de Los Ángeles, de la que Torres tampoco salía excesivamente católico. El presidente tenía ganas de mambo y, después de quitarse de en medio temas candentes como la venta del club o la imposibilidad de hacer frente a las deudas, y de avanzar detalles sobre la próxima temporada, el baile empezaba en cuanto el próximo entrenador del equipo salía a la pista.
El Getafe tiene entrenador, pero Torres anuncia que se lo guarda para sí y promete no demorarse en hacerlo público más de diez días. A partir de ahí, partida épica de `¿Quién es quién?´ con la prensa de la que salen algunos detalles sobre el nuevo mister, y en la que el máximo dirigente getafense no puede dejar pasar la ristra de nombres que han sonado para sustituir a Pablo Franco, ninguno correcto y con algunos que dice ni conocer. Al Getafe llegará un entrenador joven, que haya sido futbolista, que sepa a que quiere jugar el equipo, que acepte las condiciones que exige el club, que no ha entrenado en segunda, que no ha estado anteriormente en el Getafe, que ha entrenado en Primera, en Europa, y "en todos los sitios". Como colofón, el presi comenta que "vendrá alguien de categoría, como siempre en el Getafe". No hay más preguntas, señoría.
Intencionadamente vago y concreto a la vez, el presidente hace volar la imaginación de todo aquel que intenta poner cara al entrenador misterioso, y a los diez nombres que ya sonaban se unen inmediatamente otros tantos. Pero también Ángel Torres tiene algunos síntomas de que hasta él se ha podido perder entre tanta adivinanza. El dueño del Getafe deja caer otras frases como "entrenadores hay muchos, eso no preocupa ni a presidente ni a afición", o "vamos a ver el equipo que podemos hacer con el dinero que dispongamos, y cuando tengamos el proyecto firmaremos al entrenador", que dan impresión de todo menos de tener a alguien cerrado o de que sea la prioridad, y que dejan en el aire si no estamos ante un vacile postdesmentidos. La guinda del pastel llega cuando el presidente no descarta a Quique, que no cumple con algunos de los requisitos avanzados por él mismo, pero al que sólo deja un poco en segundo plano "por la que me hizo". Gracias a la sobredosis de datos y a la ambigüedad, puede ser Quique, sonar Michel, o hasta en efecto ser Jack. Oro parece, plata no es. No, plata seguro que no.