Karim Yoda, durante un entrenamiento de la pasada temporada. |
La cesión al Almería hasta final de temporada quedaba en agua de borrajas tras disputar 63 minutos repartidos en tres encuentros, y el jugador, que ya se había dejado ver por Getafe, donde tiene contrato hasta el 30 de junio de 2018, comenzaba su recuperación. El trabajo desde entonces ha dado sus frutos, y la evolución de la rodilla de Yoda es positiva. El azulón trabaja en solitario, y aún le queda bastante para poder siquiera pisar el césped, circunstancia que podría darse a finales de agosto o principios de septiembre.
Yoda ya sabe lo que es comenzar una pretemporada en el dique seco, ya que en la de 2015 estaba convaleciente de su rotura del tendón rotuliano de la rodilla derecha, y en la de 2016 tuvo que participar de forma intermitente por molestias en la misma rodilla. Fortalecer la articulación para prevenir molestias era el objetivo de los recuperadores, y el trabajo complementario era el pan de cada día durante el verano para un extremo que no debutó en liga hasta finales de octubre. Este año los plazos de recuperación apuntan a que su reaparición se vaya incluso más allá, siempre que Bordalás cuente con el jugador, cuya cesión en enero buscaba la suma de minutos ante las pocas oportunidades con el actual cuerpo técnico.